sábado, 14 de agosto de 2010

La lucha contra la añoranza

Añoranza. Pura y dulce añoranza. Asquerosa en algunos aspectos y exquisita en otros. Ese sentimiento de tristeza que produce la dura ausencia. Los primeros días crees creer que ese sentimiento no podrá contigo. Las huellas que aquella pers...ona te dejo en tu mejilla se empiezan a borrar lentamente con el paso del tiempo. Tu mano, olvida el tacto de su linda piel. A continuación, la delicadeza de su sublime melena se mezcla en tu mente, haciendo de ella algo inexistente. Tus oídos olvidan su bella voz. La confunden entre la aglomeración. Algo que en amarla, lo creías imposible. Intentas buscarla, pero todo queda en lo inútil que parece. Intentas que no se borre el beso e incluso deseas recuperar el tacto de su linda piel. Huyes dentro de la gota. Dentro de la gota de añoranza que se desploma y se desplaza lentamente, borrando sin querer, el resto de la huella del beso casi eterno que un día te dejo. Una y otra vez, esas gotas se desploman contra el suelo que hace días, soñabas apoderar con ella. Huyes con el recuerdo en tu espalda. Piensas, que al borrar el beso, se borrara el recuerdo. Empujas a la gota a borrarlo todo. Todo está mejor al no recordar nada, piensas. Te metes dentro de ella, y crees ser la gota. Conduces a la gota o al llanto, a tu corazón. Allí dice estar la habitación donde se guarda el recuerdo. Aquel recuerdo que te tormenta. Llamas a la puerta. Todo parece tranquilo. Nada pasa. Nada sucede. Nada ocurre. Horas y horas de nostalgia. Se abre la puerta, pero no te has dado ni cuenta. Demasiada nostalgia para mirar lo que sucede. Demasiada, para abrir los ojos y ver todo lo que pasa a tu alrededor. Cegado de nostalgia. Te encuentras, abandonado. Delante de la puerta, abierta de par en par, pero dando la espalda. Dando la espalda a la verdad. Queriendo ser ocultado por las mentiras, falseando la verdad. El recuerdo sigue ahí esperando ese alguien que dice querer acabar con él. Esperándote, se aburre. Crees no tener valor para acabar con tu agonía. Lleno de fuerzas, decides por lo menos, mirar a los ojos al recuerdo. Te dispones a hacer media vuelta y mirar a los ojos aquel que osa cruzarse en tu camino hacia lo prohibido. A medio camino de la media vuelta, ves todo pasar. Ves, lamentablemente los recuerdos pasar y suceder. Algo malo, pero verdaderamente curioso. Estas a unos segundos de afrontarte a lo que es en esos momentos tu gran miedo. Cara a cara contra la verdad. Contra el dolor y la añoranza. Han pasado esos segundos, estas frente a él. Frente al recuerdo en tu propio corazón. Quieres que se vaya de tu vida. Eres el propietario de la habitación que ese asquero sentimiento ocupa en tu corazón. Pero él se cree en dueño incluso de todo tu cuerpo. Tras una cruel guerra con el inquilino, acaba en una victoria. En una victoria amplia y exquisita. El recuerdo se acaba huyendo. El recuerdo se ha liquidado por completo, todo vuelve a ser igual. A dejado la habitación vacía. Pero, sigue abierta a nuevas ilusiones. Todo puede suceder.

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