domingo, 21 de agosto de 2011


- Se puede observar en tus hermosos ojos, el final de aquel precipicio que de pequeño crees que se encuentra al final del mar.
- No digas tonterias. Tengo los ojos de mi madre, los peores ojos de la ciudad.
- Yo de pequeño pensé que existia aquel precipicio, nunca me atreví a nadar lo suficiente por miedo a caerme. Puede que por esa razón vuestros ojos sean los peores. No creo que unos buenos ojos tengan algo tan malvado, como el precipio de algo tan y tan extenso, tan lindo, tan simple como esta acción de observar el mar en unos escasos ojos, ¿no crees?

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