sábado, 19 de junio de 2010

A lo que nunca habíamos soñado alcanzar

Mi equipo. No se puede comparar ni juntando todos los del baloncesto profesional. Un equipo que no lo cambiaría por nada del mundo. Un año donde todos hemos sabido transformar un simple equipo, en algo más. Hasta no poder más, hasta sudar y derrochar cada centímetro de nuestra sangre en el campo, pero sobretodo nuestra alegría. Y sin darnos cuenta, hemos ido formado incluso una grandísima familia en un simple año, donde todos hemos jugado. Donde todos hemos compartido y sobretodo, aprendido. Aprendido a jugar mejor a básquet, pero también hemos aprendido a ser mejores personas, a compartir pero siempre luchar por cada bola. A ser solidarios pero ambiciosos, agresivos e incluso antipáticos en un simple rebote. A hacer de esa bola nuestro gran deseo, nuestra ambición más cercana.
Y siempre con una sonrisa por delante, con un chiste, con una caída, con unos minutos a solas en las duchas, o algo extraordinario como cantar después de un partido hace que esos momentos cuestes de olvidar. Que se queden clavados, gravados e imposibles de borrar. Somos imborrables en la memoria. Por el simple hecho de saber que lo has vivido con ellos, con vosotros, con nuestras sonrisas, nuestras alegrías y nuestros abrazos. Nuestros canticos difíciles de olvidar. Nuestros apretones de manos difíciles de comparar. Nuestras sonrisas y alegrías, a las que nunca habíamos soñado alcanzar.

No solo me quedo con eso, me quedo con saber que aquí ha entrado gente que no conocía a nadie y a salido con muy buenos amigos y eso me satisface. Han salido con gente que ahora mismo aprecia tanto con un hermano, porque todos somos hermanos, todos hemos acabado apreciándonos tanto como los hermanos, compartiendo sonrisas y bolas, champús y juguetes, y risas y llantos. Y jugando a lo que más apreciamos del mundo nos hemos divertido como niños pequeños en un patio de colegio pero siempre jugando como grandes profesionales donde cada sonrisa significaba una asistencia, donde cada abrazo significaba una victoria o simplemente una canasta. Donde con solamente una canción, ya se sabía que hay había algo inexplicable. Y donde un 1, 2, 3 Sant Andreu o 1, 2, 3 PUMAS, significaba que esos miembros que decían esas palabras estaban creando, formando y compartido algo esencial, los pilares de una gran familia.

Somos, seremos y hemos sido siempre una gran familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario