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domingo, 1 de agosto de 2010
Esquivando a los demonios de la soledad
A veces mucha gente tiene esa sensación. Esa sensación que se nos mete en la cabeza. La verdad, pura paranoia. Algo que nos puede hacer mal, pero no nos damos cuenta. Esa pregunta que nos hacemos cada vez en nuestra mente. Entra en nuestra cabeza sin previo aviso. Evidentemente se inyecta en nuestra alma, se clava. Nos atrapa justamente cuando estamos huyendo de la maldad, de la ignorancia y de la pura y marginada soledad. Me equivoco. No está sola, no está marginada. Eres su acompañante. Te ha agarrado y no te deja marchar. En el momento que esquivas los demonios de la soledad, en ese momento, cuando estas apunto de esquivar al último, te preguntas porque corres, porque esquivas. ¿Debes apartarlos de tu vida?, te preguntas, a la vez que te desencaminas de tu trayecto. ¿Tan malos son esos simples demonios? Son preguntas bastante estúpidas pensarás. Pero te lo aseguro, en esos momentos cuando tienes a tus talones esos desquiciados demonios, te lo piensas. Los ves tan inocentes, que al final piensas algo verdaderamente estúpido, pero lo piensas, no puedes hacer nada. Es tu celebro el que te ordena hacer y pensar eso. Piensas si deberías parar o no. Piensas que no son tan malos. ¿Tan solo son demonios no? Piensas incluso que te podrían ayudar, que es tan solo soledad y marginalidad pero sobretodo plagada de maldad. Pero eso no lo sabes, la maldad existe pero no se ve. Esta oculta, como diríamos, entre los tenebrosos arboles de la soledad. Ya que no ves la maldad, los demonios juegan con ello. Cuando te estás haciendo esas mil y una preguntas, los demonios van a por ti. Te atrapan. Se ríen de ti. Aprovechan que te has desencaminado de tu trayecto, ven que tas parado en seco para pensar y ellos quieren responderte a tus preguntas. Quieren responderte a la pregunta, ¿tan malos son esos simples demonios?. Y mentirte. Quieren sacarte de la cruda duda. Quieren cogerte, llevarte, y quieren hacer de ti su aliado, en mejores conceptos, su esclavo. Pero tu eso no lo sabes. Te lo adelanto, eso te lo ocultaran. Te ocultan tanta maldad que al final de todo esto, no crees en la maldad, piensas que tan solo ellos la tienen. Te engañan por encima de todo. Quieren que creas algo de ellos que es mentira. Pura farsa como los reyes magos, dirían algunos pequeños. Acabas siendo el gran socio de la soledad, el inesperado mejor amigo. Algo malo, ¿verdad?. Pero por lastima, no puedes evitarlo, tienes por decreto hacer eso. Te han cogido y hasta que no busques la solución no podrás escapar. Es un juego que ellos mismos crean. O a veces ellos tan solo te dan una parte del juego, el principio. Lo acabas construyendo tu solito, no porque quieras, si no porque no sabes lo que haces. Estas desencaminado. Hasta entonces, estas verdaderamente abandonado. Eres un náufrago en un mar inmenso creado por tus llantos. Lo peor, estas a punto de ahogarte en ellos. Yo como el fantasma de las navidades pasadas, te lo advierto, pero no me escuchas. Estas cegado, buscando y gritando ayuda. Rebuscas y voceas a alguien que te pueda ayudar de vivir ahogado. Esperas a una barca que te pueda reparar el problema que tienes en tu interior. Tras esperar, perseverar y permanecer en la espera, no llega. Necesito algo y a alguien que te pueda ayudar. Un par o dos de risas en esos momentos, crees que ayudaría. Al ver que no hay ninguna alma intentas sacar la tuya, al sacarla, sin saber ni el cómo, ni él porque te acaba ayudando. Tu propia alma, te saca de la falsedad, de la soledad, de la marginalidad, de la infelicidad y te entra de seguida, un gran aire repleto de felicidad.
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