sábado, 24 de julio de 2010

Te pido perdón. Dame las gracias.

Cuerpo te pido perdón, perdón por tantos altibajos. Por tantas subidas y bajadas. Por volcar tanto, tantas veces. Por tantos vagones cogidos sin ninguna dirección fija. Tan solo cogía vías complicas. Vías apagas y sin luz. Sin un guía que me acompañara en el largo camino, sin ninguna sonrisa que me vigilara por la travesía. Por tantas montañas creadas e incluso inventadas sin saber muy bien el porqué, ni el cómo. No sabían ni ellas mismas, porque estaban siendo creadas. Normalmente lo saben, saben que es para ayudar, saben que es para crear caminos hacia la libertad, para crear vías hacia la verdadera felicidad. Pero en esos momentos era para marginar, para apartarme. Para llevarme lejos y más lejos de la famosa diversión. De las conocidas sonrisas y de las llamadas risas. Todo junto plegado y conviviendo en la misma caja de felicidad. En su momento la dejas ahí, sin cuidado de nadie. Te crees que no te lo podrán robar, te crees que no existe gente que estafe y te quite de las manos esa caja que tanto aprecias. Que tanto te ayuda a subir con claridad montañas, grandes montañas, miles de montañas. Montañas infinitas, montañas que creías que nunca inventarías. Pero lo haces, lo haces hasta llegar a la ultima montaña. Ese gran monte que en su día, veías a lo lejos como una gran aspiración y una extraordinaria y nueva conquista. Te acercas a ella, con cuidado de no dañar nada y a la vez, intentas no causar ninguna molestia. Ya acercándote a tu gran cima, te sientes relajante, confiado de ti mismo pero a la vez nervioso. Recuerdas tus ultimas montañas fallidas y te hundes . Pero a la vez te creces para encontrar la gran felicidad, esa que todos desean encontrar y otros te restriegan por la cara que eso ya es suyo, que eso es suyo y no tuyo. Ya vista la gran extensión de la montaña te dispones a trepar por ella. Dispones a cruzar la montaña hasta llegar al oro de la felicidad. Los primeros pasos son inútiles, y lamentablemente vuelves a pedir a tu cuerpo perdón, porque sin saber porque deduces que esa no será tu ultima montaña. Sabes que esa no es la ultima montaña que subirás. No será esa la que te de las ganas de ser feliz. Pero eso te da igual, tú sigues. Tanteando a la suerte y a tu destino colocas medio pie en la clara y fresca hierba, esa que sin dudarlo ni un segundo deduces que es sinónimo de bienestar y confort. Sin colocar en la hierba el medio pie que te falta miras donde está colocado, te das cuenta que la diferencia entre centímetros es brutal, que es tanto en tan pocos centímetros. Algo que veías imposible. Durante todo esto, reflexionas. Piensas. Te das cuenta que la vida y el modo de vivirla te puede cambiar según allí donde estés pisando, allí donde elijas que tendrías que ir. Al decidir la dirección correcta, lentamente alzas el pie de la hierba sucia y oscura. Al tocar tan solo la putita de la hierba en tu cuerpo se alza una alegría interna que nunca has podido ver en tu alma, algo que te empuja hasta al llegar al gran final de la montaña. Ese empuje te hace esquivar a toda maldad, sin encontrarte nadie que te arroje y te saque del vagón correspondido. Si es así, que no te encuentras a nadie que te arroje llegaras hasta la punta de la montaña, allí donde dicen que se fabrica nuestra felicidad. Allí donde dicen que todos soñamos estar. Cuando estás ahí, recuerdas que anteriormente le pedias perdón a tu cuerpo, ahora, cuando estas arriba es él el que te da las gracias.

2 comentarios:

  1. davidddd io quiero encontrar mi montaña...
    sabesss cada vez que me pasas la pagina web cuando hazes un texto nuevo io me lo leo i simepre me hazen pensar i gracias a ti veo la vida cada dia mejor gracias davidd:)
    teee quiero!
    pd: soy la sara(L)

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  2. jajaajaj, ya la encontraras sara
    Me encanta que saques un rato de tu tiempo para leerte mis textos, gracias. Pero me encanta a un más que encima te guste, y te haga ver la vida cada dia mejor. I de gracias nada, hago esto para eso, para que guste y que ayude.

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