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martes, 10 de agosto de 2010
El gato sale vivo, el demonio fallecido
Nos escondemos. Ya que todo ha salido mal, intentamos jugar al escondite. Jugamos con nosotros mismos. Lo logramos. Nos escondemos allí donde la soledad no nos puede coger. Donde no llega ningún demonio. Estás en tu mundo. En un mundo creado por ti y solamente para ti. Cansado ya de la maldad decides escapar y vivir allí. Formar tu vida. Dedicarte a tu mundo. Donde, la verdad, la felicidad es falsa. Porque si no existen demonios, tampoco abran montañas. Es una pura felicidad falsa. Y montañas inexistentes. Pero cegado de esa incorrecta diversión, decides quedarte. Decides vivir engañado y frustrado durante el resto de tu vida. Ahorcado por engañosas sonrisas. “Divertido” por unas ficticias risas. Risas que escondían la cruda verdad. Esa verdad que te cegaba y te intentaba ahorcar. Tú no te dabas cuenta. Creías vivir como un reí, en realidad, vivías como un triste y desgraciado plebeyo. Como un noble sin su armadura, eras totalmente indefenso. Eras un hombre sin felicidad, ya que ahí era totalmente falsa. Falsa y ocultada por tus ojos. Parecía que llevaras una extraña cinta en los ojos. Mejor dicho, en el corazón y en toda tu mente. Es realmente extraño no apreciar la verdadera y dulce felicidad. Acompañadas por supuesto, de radiantes sonrisas. Pero, por lastima, seguías cegado. Seguías con la dichosa cinta. Lo peor, no te dabas cuenta de nada. “Felizmente” ocupadas el sitio en tu mundo. “Te divertías”. “Y sonrías”. Todo era falso. Era un realismo en corrupción. Pero estaba bien. La llegaste a apreciar. Sin saber el porqué, un día te encuentras que no la poseas. Que aunque fuera falsa, ya no existe. Algo raro ha pasado. Todo está igual, pero sin felicidad. La extrañas demasiado. Te la han rebatado de las manos, lo peor, no sabes ni cuándo, ni quién. Estas hundido. Acompañado tan solo de la infelicidad. Lamentablemente no es falsa. Llegas a la conclusión, que los demonios han entrado en tu mundo privado. Se han colado, y han inyectado unas moléculas de malvada y soledad en el aire. Al coger la felicidad, deciden cogerte a ti. Al cogerte a ti, deciden jugar contigo. Al divertirse contigo, acabas creando extensos lagos. Donde ahogarte es la única solución. Tan solo ves la mano de la soledad y la garra de la maldad. Lamentablemente tienes que decidir, entre ahogarte o ser el socio de la crueldad. Amigo de la perseverancia y compañero de la falsedad. Tras una dura reflexión, decides, la segunda opción. Transformándote en socio de la crueldad raramente, acabas amando a la felicidad. Por una extraña razón acabas queriendo poseer a lo que en esos momentos es el gran enemigo. Siempre, queremos tener algo que en realidad no tendríamos que poseer. Nos invade la curiosidad. Poseyendo al enemigo de las mentiras, la sinceridad, acabas siendo amigo de los abrazos. Tras conseguir la felicidad, vuelves al verdadero mundo. Tu mundo particular, se destruye. En estos momentos, la curiosidad no mata al gato. Tu representas el gato y la curiosidad de tener en tu cuerpo algo que en principio odias, te ha dado vida. Te ha dado un aire de felicidad y armonía. Enhorabuena, tras poseer tu gran curiosidad, la felicidad, el gato sale vivo, el demonio fallecido.
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