domingo, 24 de octubre de 2010

¿Me puedes explicar por favor que ha pasado aquí?

Hace dos días me encontré a un hombre. Un hombre que cuando lo vi me asusté, llevaba puesta una sudadera vieja como principal prenda, estaba casi rota y bastante sucia, la manga derecha estaba partida por la mitad, deduje que se la arranco por el calor, ya que estábamos en pleno verano. Dos de agosto exactamente, a un día de mi cumple. Yo iba camino hacia mi casa a la salida del trabajo, iba solo, contemplando el magnífico sol que poseemos y oliendo un olor que no sabía de dónde venía, pero sí que es cierto que me entusiasmaba bastante e incluso podría jurar que ese olor eran de unas magnificas rosas rojas. Pero no lo juraré, jurar es mentir, es engañar y falsear unas simples y bellas palabras. No es porque no me atreva, os lo aseguro, soy muy valiente, soy valiente hasta a reventar, hasta matar y acribillar, soy esas típicas personas que no debes encontrarlas por la calle, y menos de noche, y aún menos enfadadas. Esto tampoco lo juraré.

Iba por un calle aglomerada de gente, gente gritando y corriendo. Sinceramente odio las calles así, calles con millones de persones vendiéndote cosas que ni te interesan y parejas besándose sin más esperando la noche, algo muy bonito, pero me ponía enfermo, yo estaba solo. Así que sin más, decidí tomar la primera salida a la derecha y tras eso caminar por una calle tranquila y amable. Me acuerdo, en ese momento me sentía solo y en efecto, estaba solo. La verdad, es que soy bastante cobarde, antes os engañe por eso no lo jure. Tras estar solo pensé volver a la calle anterior, pero la salida que había tomado en ese momento estaba bastante lejos, y como cobarde, también era un poco gandul así que decidí seguir con el camino indicado por el destino.

En esa callejuela, no podía observar el sol, lo tapaba un edificio largo y viejo, podría decir que se trataba de una casa de hace dos siglos. Estaba robusto y era bastante peliagudo. No observaba el sol pero lo peor es que tampoco olía como antes. La verdad es que olía muy mal. Ni vosotros, ni yo, lo podríamos describir, ni juntos, os lo aseguro. Pero con miedo, seguí caminando. Oí un grito, un enorme grito, un grito de un hombre. La verdad es que hay bastante diferencia entre un grito de una mujer y el de un hombre, ese, os lo aseguro, era de un hombre. Gire mi cuerpo con el deseo de observar ese hombre gritando y corriendo. Así fue. Ese era el hombre de el os hablé antes. Yo me quedé inmune, él se acerco a mí. Jorge, dijo llamarse. Me acuerdo exactamente cuando dijo eso, y os podría dibujar, sin dejarme ni un solo rasgo, su cara. Os lo digo en serio, podría jurar que no me dejaría ni una sola arruga. Ni una sola peca. Pero no lo juraré, ya que no dibujo del todo bien. Tras acercarse y decirme su nombre me dijo que le pasaba, creedme o no, como queráis, yo sinceramente no me lo creí. Me explico que venía de un paisaje enorme. De un mundo repleto de naturaleza, de arboles, de frutas, de mar, de lagos, de océanos, de felicidad, de liberta y de amor. ¿Me estaba tomando el pelo no creéis?, porque sino donde estaba ese lugar, porque sinceramente si lo supiera, sería el primero en respirar ese aire. En coger esa felicidad, en palpar esa libertad y en bañarme en esos océanos, en esos lagos y en esos mares. En vivir y morder cada fruta, en acompañar el amor y hacerlo mío.

Me explico que cuando estaba allí, una enorme niebla se apodero del cielo, no sabía muy bien si esa niebla era toxica ya que él y todos los que estaban alrededor suyo se cayeron al suelo. Inconscientemente, se quedo varias horas, al despertarse él y todo su entorno cambio. El paraje que antes disfrutaba se transformo en montañas y fabricas, animales en coches, nobles habitantes en empresarios. Él, en un triste vagabundo. Al acabar de explicarme lo que le sucedió, se paro, echo a llorar, me miro y me pregunto, ¿me puedes explicar por favor que ha pasado aquí?

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